Centro Universitario de Tecnología y Arte Digital

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Alumnos de U-tad ganan el tercer puesto en la fase nacional de ProgramaMe

Volvemos a ser felices gracias a ellos, a quienes hacen que U-tad brille con luz propia: nuestros alumnos. Estudiantes del Ciclo Formativo de Grado Superior en Desarrollo de Aplicaciones Multiplataforma – Sergio Redondo, Carlos Rodríguez y Adrián Naranjo-, han conseguido el tercer puesto en el concurso nacional ProgramaMe. Se trata de un certamen de Formación Profesional pensado para apasionados del código y que consiste en resolver retos matemáticos y problemas algorítmicos de programación. En cuatro horas tienen que demostrar su capacidad para solucionar problemas, correcta y rápidamente.

Además, nuestros chicos se enfrentaron – y vencieron – en un reto específico del evento, y también personal para ellos: ser los primeros en resolver un problema. Y lo consiguieron, se convirtieron en los más rápidos sobre el terreno de juego. Hablamos de problemas porque estos enunciados son los protagonistas de ProgramaMe, y en eso consiste el propio evento: resolver programando más problemas que el resto de equipos.

“Era similar al regional. Resuelves diez problemas y todos tienen más o menos la misma dificultad, aunque en esta ocasión me sentí más cómodo que en los anteriores concursos”, explica Rodríguez. Explica que esta vez no se habían preparado específicamente, puesto que ya venían haciéndolo en las propias prácticas, habían trabajado en problemas muy similares a los de ProgramaMe. “Al final era programar en Java y todos íbamos con ello en la cabeza”.

Redondo añade que, al final, pueden ponerte cualquier problema, por lo que ese entrenamiento debe basarse en entenderlos y programar diariamente.

En esta ocasión Redondo, Rodríguez y Naranjo venían de ganar la fase regional, en la que se habían enfrentado a un total de 289 equipos. En la fase nacional eran 24 los grupos que se retaban. Acabaron resolviendo siete problemas de diez, solo a uno de diferencia con quienes quedaron en segunda posición. Contaban con 10 hojas “a modo de chuletario” que llevaron desde casa. Además, también podían consultar a los jueces de la prueba a través de un chat. Si no podían resolver sus dudas no lo hacían y, en caso de poder, publicaban la pregunta y la respuesta para que todos los participantes pudieran leerlas.IMG 20180627 WA0027

El equipo lo tenía todo pensado desde el principio: Rodríguez programa, se sienta delante del ordenador y no se levanta hasta que termina un ejercicio. Naranjo y Redondo son los que ponen la lógica. “Vamos haciendo los ejercicios teóricamente, planteamos cómo creemos que se desarrollaría el programa y se lo explicamos a Carlos (Rodríguez)”, dice Redondo. Intentan siempre que sea lo más descriptivo posible para que no tenga que leerse los problemas completos. Este es un ejercicio que ha fomentado esa confianza que mencionábamos anteriormente. Siempre puede haber malentendidos pero normalmente el éxito está asegurado.

Redondo explica que la mayor dificultad del equipo en la prueba nacional fue fijarse bien en lo que estaba haciendo. “En una ocasión entendimos mal un problema y se lo explicamos a Carlos. Le dijimos: esto se hace así, confía en mi”. Eso llevó a un pequeño fallo de comunicación que nuestros chicos consiguieron solventar, como siempre hacen. Otra de las dificultades que encontraron fue entender un problema concreto, el ‘reto de las patatas’. “Había una balanza y teníamos que equilibrarla. Cuando lo entendimos ya era tarde. Lo difícil era comprender la problemática, no la programación”, explica.

Redondo explica que el equipo se está acostumbrando a participar en concursos. “Ganes o no siempre te vas con el sentimiento de que has ganado algo, aunque no sea un premio. Has aprendido cosas nuevas, especialmente a llevarnos mejor entre nosotros, a que todo vaya más fluido”, añade. En esta ocasión, por ejemplo, se centraron en conseguir el premio a los más rápidos.

Lo que lleva a nuestros chicos a presentarse a este tipo de pruebas es las ganas de probarse a sí mismos y la motivación. También el compañerismo y la amistad, el poder hacer cosas juntos. “Necesitas mucha colaboración y confianza. Si haces esto con alguien con quien nunca has practicado, vas a comprobar siempre que lo que te esté diciendo esté bien, porque no te fías, porque no sabes cómo trabaja esa persona”. Añade que con sus compañeros, Sergio y Adrián, la confianza lograda es plena. “Me tiro a la piscina con lo que sea”, sentencia.

Respecto a esto Redondo recuerda una anécdota del concurso más reciente. Mientras que nuestro equipo estaba todo el tiempo bromeando, tenía cerca otro grupo que no dejaba de gritarse y echarse cosas en cara. “Yo nunca iría a un concurso con gente así. Yo voy porque disfruto con lo que hago, porque me lo paso bien. Para ellos era solo competición. Nosotros, aunque también competimos, vamos por la experiencia, porque todo lo que vas haciendo te sirve, porque haces networking, etc”.

“Vamos por la adrenalina del momento. No es lo mismo que tirarte en paracaídas, pero similar. Sientes que te queda poco tiempo, vas a contrarreloj, notas la presión…nos gusta como reto personal”, añade Rodríguez. Y por eso, y dadas sus altas capacidades y su hermandad, tienen previsto seguir presentándose a todos los desafíos que se les cruce por delante”.

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